jueves, 22 de febrero de 2018

Soñado el 3 de agosto 2017



Son las 5 de la madrugada, llevan horas drogándose y mirándose las caras, idos en lo profundo de su vuelo. Me fui a otra mesa, a sentarme un momento conmigo misma. Mientras estoy aquí sentada, recuerdo el sueño de anoche. Soñé que estaba en un retiro espiritual, en un lugar hermoso que conectaba con un río enorme y el mar. Yo tenía unas alas  blancas muy grandes, salían de mi espalda cada vez que me proponía al vuelo. No caía, el vuelo era firme, cómodo, agradable y la vista infinita. Salgo de mi trance, termina el recuerdo de ese sueño, una tipa se sienta a mi lado y me conversa sobre un tema que al parecer ella domina muy bien, pero yo no entiendo de que habla, no puedo seguirle el paso. Estuve con ella en el balcón observando cómo se salía el mar y nos mojaba de la cintura para abajo, si eso también hubiese sido un sueño no recordaría que sentí el frío mar, hubiese despertado.



Algo me pareció extraño, ella no andaba sola ¿y su amiga, dónde está? Eduardo! Salí rápidamente de mi trance, fui a buscar a Edu, lo encontré con una mujer, era alta y le estaba pidiendo a Eduardo que le ayudara con un vestido, qué extraño!. Luego alguien me avisa que se escuchan disparos, al parecer mataron a alguien en el Hotel. Corrí por los pasillos, tuve miedo y vi a los asesinos con las armas en sus manos, colgando unos cuerpos que se desangraban pacientemente en una habitación que parecía los camarines de varones típicos de los colegios. Tragué en seco, no quería ni respirar, mi mascota Linda me acompañaba en todo momento. Fui a buscar a Eduardo, era hora de irnos de ahí. Mi sorpresa, él estaba sin polera, sobre una cama, con una mujer encima, ella tenía el pantalón a medio bajar. Me lancé como una leona y quité a la tipa de encima, ella era alta, pero la tiré de una pierna, ella sin reaccionar, estaba muy drogada. Eduardo se reía, no sabía lo que estaba pasando. Lo arreglé un poco, le puse la polera y nos pusimos a caminar, pero sus amigos nos detuvieron, que no nos fuéramos, decían. Eduardo se sentó con ellos, yo indignada... caminé furiosa hasta el resbalín de agua, me lancé, me sentí ligera, cerré mis ojos por un momento, quería desaparecer. Los mojé, jajaja, a todos. Me paré frente al ventilador gigante, para secar mi delgado y perfecto cuerpo. Miré fijamente hacia el horizonte, mi vestido blanco pegado a mi cuerpo aún mojado. Traté de recordar nuevamente el sueño donde volaba libremente sobre un monasterio o un lugar donde hacía un retiro espiritual, yo tenía magia, podía convertir a los seres humanos en animales, y ese era uno de mis talentos espirituales, además de volar. En ese monasterio practicábamos para aprender talentos espirituales y así seguir ascendiendo de conciencia. Son las 8 am, y aún seguimos aquí, ¡malditos! se sentaron sobre mi cartera. Violentamente los empujo y saco mi bolsa. Voy al baño a maquillarme, mientras Eduardo me sigue. Luego de maquillarme abro la puerta del baño y Edu entra rápidamente con cara de culpable, me dice que nos vayamos a casa y que no peleemos. Yo estaba lista para irme a casa. Pero Eduardo quería entrar al baño antes. Salí a respirar aire fresco. Me encontré con un viejo tuerto, gordo, con lentes oscuros. Le pregunté quien era. Ya estaba conversando con el dueño del Hotel. Me contó que los maleantes eran mafiosos narcotraficantes que le habían prestado dinero y ahora ya no tenía como sacárselos de encima, pues mientras más le pagaba ellos más decían que les debía. Él sólo esperaba su muerte, sabía que pronto terminaría muerto como todos esos idiotas que iban a morir a su Hotel. Los mafiosos usaban su Hotel para cobrar cuentas, siempre cobraban con la vida. Me preguntó quién era yo - ¿qué hace aquí, no ve que este lugar es muy peligroso para una mujer como usted?-, que me fuera, que me fuera rápido y no vuelva a ese paraíso. Sentí pena por ese hombre, lo abracé, le di las gracias y le sonreí mientras me iba, y de pronto desperté. Y enojada, hace tiempo que no soñaba que Eduardo estaba con otra mujer. Recordé que durante el sueño alguien me besaba en la cintura, y se cumplió más tarde en mi vida real, despierta.


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